Las células madre para reparar el dolor de la columna lumbar

Hace seis meses evalué a tres pacientes. Estos tenían en común un dolor crónico en la columna lumbar sin que lograran mejoría con ningún tratamiento tradicional. Por lo demás, sus historias y orígenes diferían bastante ya que no tenían mucho en común.

Florence es estadounidense, ex profesora universitaria, y tiene 84 años. Padeció de dolores lumbares durante toda su vida y se había sometido, sin éxito, a cirugía de la columna 10 años atrás.

Robert es también estadounidense, retirado, de 74 años de edad. En sus ratos libres, se dedica a bucear. Sin embargo, se había visto imposibilitado de hacerlo por un dolor constante cuando estaba de pie. Tampoco soportaba el peso de los tanques de oxígeno al bucear.

María es un ama de casa cubana, de 80 años. Caminaba con un andador para adultos y le era totalmente imposible realizar actividades de su vida diaria; no podía estar de pie para cocinar ni otras labores domésticas y ni siquiera se animaba a visitar a sus nietos.

Estos tres pacientes vinieron a nuestra consulta; habían descartado la cirugía como posible solución y todos se sentían frustrados con el resultado de los tratamientos tradicionales anteriores. Para decirlo con entera franqueza, ninguno de los tres tenía fe, tampoco, en que el tratamiento con células madre los mejorara, a pesar de que todos habían sido referidos por pacientes que se curaron en nuestro Instituto.

Todos recibieron una combinación de implantes de células madre autólogas y un producto apocrino de células perinatales de placenta y cordón umbilical de niños recién nacidos sanos; todos estos productos son sometidos a exacto y cuidadoso escrutinio. Téngase en cuenta que somos líderes absolutos en trastornos discales y de la columna.

Cada uno de los procedimientos tomó entre 15 y 20 minutos; y se hicieron bajo ligera sedación. Y todos ellos regresaron a su casa sin dolor ni complicaciones.

No obstante, es muy importante señalar que la mejoría no se siente de inmediato. Deben pasar de 6 a 8 semanas para que empiece a notarse la diferencia en cuanto a mejoría del dolor; ese es el tiempo necesario para que comience el proceso de estimulación, crecimiento y regeneración de los tejidos dañados; que redundará en el consecuente incremento de las actividades de la vida diaria.

Ahora estos tres pacientes sí comparten algo en común: el dolor ha desaparecido y las funciones han retornado sin necesidad de un largo período de recuperación ni meses de terapia física. Y no se presentó ningún efecto colateral.

Robert regresó a su deporte preferido, el buceo, sin sentir dolor ni peso en la espalda; Florence retornó a sus caminatas al atardecer; y, por su parte, María visita a sus nietos cada semana y realiza sus labores domésticas sin recordar siquiera que algún día el dolor se lo impedía. Usted también podría beneficiarse del poder de estos tratamientos que regeneran los tejidos sin cirugía ni medicamentos tradiciones. ¿Por qué no ha de ser así?

Fuente: https://www.elnuevoherald.com/vivir-mejor/salud/article219302695.html

Fecha: 01/10/2018

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